sábado, 21 de mayo de 2011

memorias de un angel cap.41



En aquel momento no sabía porque no podía dejar de recordar aquella tarde en la cual robe aquella manzana de aquel color tan verde para regocijo de Viola. Recuerdo la adrenalina recorriendo su cuerpo debido al riesgo de que nos encontraran-nos persiguieron durante al menos tres minutos por las callejuelas del barrio obrero de Florencia- y la recuerdo como mordía la manzana agazapada en el suelo, ensuciandose su pomposo vestido de seda, la recuerdo como si fuera ayer y recuerdo como la besé, no lo esperaba y su rubor corrió rápido por sus mejillas a la par que sus labios descubrían su maravillosa sonrisa-ésta aparecía entre mis labios mientras me pasaba un pequeño pedazo de manzana que rapidamente le devolví-. De repente desperte como si de una ensoñación se tratase, hacía apenas una hora que había llegado al granero de la ama de Viola, como casi siempre habíamos quedado a la caida del sol para encontrarnos al amparo de las sombras y como casi siempre la ama se acercó al pajar para hablar conmigo-realmente se sentía como la madre de Viola ya que el solo hecho de que Viola la hubiese hecho participe de nuestro amor furtivo la hacía sentir especial-, pero en esta ocasión no me sentí tan violento como en otras ocasiones, ya que lo que iba a pasar esa noche era algo tan meditado y estudiado que solo queria que pasara ya-realmente me moria de deseos de que llegase mi dama para poder hablar con ella-. Cuando le conté al ama lo que esa noche iba a pasar no dejo de abrazarme y felicitarme, realmente todo aquello la hacía muy feliz y por esa razón no me entretuve en ocultarselo, tampoco merecía ignorarlo ya que a su modo ella era tan especial en mi vida como Viola, había hecho tanto por nosotros que jamás podría agradecercelo lo suficiente.
Poco despues de que la ama saliera la puerta del cobertizo se abrió para dejar entrar a Viola. Esa tarde venía hermosa-siempre lo estaba-, más de lo que yo pudiera contar, traía un vaporoso vestido largo de tul azul con la cintura alta y un cinturon dorado muy ancho, llevaba el pelo recogido y pese a su edad parecía toda una mujer, poseía el brillo y la esbeltez de la mujer que ha sido madre, realmente estaba radiante. Sin más dilación me dispuse a hablar con ella.
- Hola amor mío, pensé que aun te demorarías en llegar.
- Pues tuve la suerte de que mi padre salio de urgencia y pude salir más libremente de casa, mi madre estaba indispuesta y no me costó demasiado pasar sin ser vista.
- Me alegro, pero me preocupa que tu padre haya salido a toda prisa, siempre que tu padre sale corriendo de casa me asaltan malos presentimientos.
- Lo sé Pietro pero nuca ha pasado nada, son sus negocios y las premuras de sus socios.
- Ya Viola pero eso no me tranquiliza siempre pienso que nos va a encontrar.
- Pero nunca lo hace amor, deja tu preocupación de lado, no es mi padre quien esta aquí a tu lado dandote la mano, soy yo, solo yo. Mirame amor.
- Te veo amor, siempre te veo.
Durante un par de minutos se miran y se besan, la tensión que Pietro padece a ser descubierto por el padre de Viola cada vez que éste sale de su casa corriendo y casi a hurtadillas es tan grande que solo los labios de su amada consiguen poner paz en su alma intranquila.
- Bueno el motivo por el que hoy hemos quedado no es solo para vernos Viola, hay más.
- Siempre hay más Pietro por que a mi solo verte ya no me compensa.
- No me refiero a eso amor-Pietro sonrie a su amada mirandola ligeramente de soslayo-, me refiero a que hoy a parte tengo otra buena motivación para querer tenerte aquí, a solas.
- Y bien ¿Cual es ese misterio que te traes?.
- Bueno, he hablado con mi padre y me ha dicho que si soy capaz de restaurar la casa de campo de mi madre, será mía. Y luego he pensado que podria pedir trabajo en las obras del domo o incluso ir a Venecia donde he escuchado que hay mucho trabajo. No tengo mucho que ofrecer y más si me comparo con la vida a la que tu estas acostumbrada, pero si trabajo mucho podría llegar a ser mestro cantero y quizas con los años podría crear con mi padre un taller más grande con el que coger encargos de todas partes. Seguiria si n poder darte la vida que mereces pero tendrías una buena vida. A lo que quiero llegar: Viola Francesca Sforza Farnese di Casserta la bella me honraias si acepataras desposarte conmigo con la primera luna de otoño en la vieja capilla derruida.
- Pietro sabes que soy tuya desde el día que me tendiste tu mano para levantar mi magullado trasero del empedrado florentino, claro que me desposare contigo y deja ya de preocuparte por la vida que puedas ofrecerme, mi hogar no esta donde este la fortuna ni el oro ni la plata me dan asilo, solo tu corazón, solo tu eres mi casa, solo tu pecho es mi hogar. ¿Qué te hace pensar que lo que deseo para mi es la vida que siempre he odiado?. Quiero ser libre y no estar atada a formalismos y a una nobleza rancia y encorsetada, me da igual mi padre y su fortuna, solo me importas tú.
- Entonces todo esta hablado amor mío.
Pietro se arrodilla y cogiendo la mano derecha de Viola le pone en la palma de la mamo un pequeño anillo de plata con un pequeña amatista encarnada.
- Este anillo perteneció a mi abuela que a su vez lo recibió de su madre y se lo entregó a mi padre el día que le pidio en matrimonio a mi madre y ahora por deseo de mi padre te lo entrego a ti como señal de nuestro compromiso y si Dios nos premia con hijos tu se lo entregaras a tu primogenito el día que decida desposarse.
- Es maravilloso Pietro, pero me da miedo perderlo y no es una buena idea que mi padre pueda verlo.
- Nos iremos un tiempo de Florencia hasta que tu padre acepte nuestra unión para volver con la dicha de su bendición.
- Y Si nunca nos acepta, y si nunca bendice nuestra unión.
Llevando la mano de Viola hasta su pecho.
- Como bien tu has dicho mi hogar esta en tu pecho y el tuyo en el mío.
De repente la ama entro por la puerta del granero si n previo aviso corriendo, casi asfixiada.
- Tenéis que iros, Antón me ha dicho que estando en la cantina ha escuchado que el señor Sforza-tu padre Viola- ha dicho que por fin sabía donde se ocultaba su hija con la rata. Se dirije hacía aquí en estos momentos, debeis iros ya.
A la carrera entra Antón aun más apresuarado que su mujer, sudando y exhasuto debido a la carrera.
- No hay tiempo de que huyáis, debéis esconderos, acaba de entrar por la cancela de la hacienda. Escondeos y rezad por que no os encuentre.
Corriendo se subieron a la parte de arriba del granero y se escondieron tras un par de paquetes de heno fresco, con la esperanza de que no mandara a nadie a registrar el pajar. 
Minutos despues Giuliano Sforza, un hombre no demasiado alto pero muy fornido, con poco cabello sobre sus sienes pero un bigote ancho y poblado vestido a la usanza de la ostentosa nobleza de la epóca con telas traidas de la india y demás partes del oriente con los tintes más codiciados, su olor era agrío y fuerte como si la costumbre entre la nobleza de la epóca no estuviera el sano habito del aseo personal y diario. Entró con fuerza y pidiendo explicaciones.
- ¿Donde están?.
- ¿Quiénes mi señor?.
- No te hagas la estupida, recuerda cuanto de donde vienes mujer. Si los acoges y me lo ocultas las consecuencias serán drásticas e irrefrenables.
- No le oculto nada Don Giuliano seria incapaz de algo así despues de todo lo que la familia Sforza hizo por mi y por Antón.
- ¿Desde cuando te tomas la confianza de llamarme por mi nombre?.
- Mis perdones señor Sforza por tamaña frivolidad.
- Me han dicho que se ven en tu granero ¿Que sabes de eso?.
- Le puedo asegurar con mi vida que aquí no se ha ocultado nadie, jamás dejaria que nadie me implicara con nada que pudiera ofender a la noble familia que hizo de mi una persona mejor.
- Entonces ¿Insinuas que me han mentido?.
- No lo insinuo señor Sforza, tengo claro que quien trato de inculpar a mi persona en algo tan deshonroso como la ocultación de profugos de su persona solo buscaba ofenderos a vos y hacerme daño a mi y a mi familia.
Tras un rato de divagaciones y de pasear en silencio por el pajar Giuliano Sforza sale del mismo con paso decidido no sin dejar de murmurar en voz baja y hacer varios aspavientos. Finalmente se va y los amantes respiran por fin tranquilos.
- Se ha ido, por fin tu padre se ha ido.
- Ha estado cerca amor, muy muy cerca.
- En cuanto nos casemos nos iremos de aquí y puede que nunca podamos volver.
- Mi corazón estara siempre contigo Pietro. Irá donde tu vayas.

Es ultima frase no dejaba de resonar una y otra vez en la cabeza de Veronica cuando abrió los ojos, un dolor lacerante la había despertado de su ensoñación, cuando miro a su derecha vio con pavor como la estaban clavando a una pared con unos clavos de veinte centimetros al menos. El terror se apoderó de su corazón. A pesar del dolor en su cabeza aun resonaba:”Mi corazón estara siempre contigo…irá donde tu vayas…”.