Era una tarde templada, el sol amenazaba con esconderse; pero para gente como mi hermano el sol nunca llegaba a ponerse veían el alba y el ocaso desde el mismo andamio. Mi hermano Giacomo trabajaba a destajo como un centenar mas de personas para concluir las obras de la cúpula de nuestra señora Santa Maria de las flores. Se decia por aquel entonces que la premura que embargaba la obra venia de la lucha de egos que existia entre los arquitectos de la obra, maese Brunelleschi discrepaba siempre con su subordinado- ya que para Brunelleschi Lorenzo Ghiberti no era ni sería nunca un igual por mucho que éste le hubiese ganado en aquel concurso para crear la puerta norte del baptisterio, decia que le faltaba experiencia en un arte tan laborioso como lo era la arquitectura-. Aquellas luchas internas y encontronazos no hacian más que alterar el buen curso de la obra, provocaron tantas interrupciones que el retraso en la finalizacion de la obra era ya considerable, de ahí que mi hermano y un centenar más de artesanos y picapedreros de Florencia ,Bolonia y demas rincones de la toscana tuvieran que vivir en lo alto de la cúpula, en una plataforma ideada por maese Brunelleschi, sujeta con listones cimbreantes y sogas gastadas. Siempre pensé que algun día uno de esos listones iba a ceder y que cien almas darian con sus huesos en el frío y duro suelo de marmol que habia a ciento catorce metros bajo sus pies, y pasó.
Aquella era una tarde calida, vaticinaba otra tibia noche, pero habia en ella algo de especial con respecto a otras tardes, corría un extraño olor a acre que no auguraba nada bueno, me encaminaba a llevarle algo de comida a mi hermano, dos mendrugos de pan y algunas conservas que mi madre le preparaba con esmero, a mi hermano las gachas que hacia el cocinero no le gustaban demasiado, y nosotros aunque pobres hacíamos todo lo posible para llevarle algo de tarde en tarde, hacia la friolera de tres años que no bajaba de allí arriba, todo ello para terminar la dichosa doble cúpula diseñada por maese Brunelleschi. Aquel día quince de septiembre del año de nuestro señor mil cuatrocientos ocho las cosas no iban a ser como a diario, algo cambiaría. Cuando llegué me sorprendió no ver por allí el alguacil, él siempre se encargaba de izar la comida con unas poleas; así que decidí subir por las cimbras hasta uno de los primeros pisos para ver si andaba por allí, no era lo normal, pero tampoco era la primera vez que me encaramaba por las cimbras, y así poder así enviarle a Giacomo su comida, pero mientras subía escuche un atroz sonido que heló todo mi cuerpo, fue un chasquido, que rapidamente reconocí y asocie, se acababa de partir uno de los listones que tantas veces había pensado que podian romperse, lo siguiente que escuché fueron voces, muchas, no sabria decir cuantas, quizá diez , tal vez cincuenta. El murmullo de almas gritando se trasformo en apenas segundos en alaridos estremecedores hasta que de repente se hizo el silencio, un silencio sepulcral, todo se volvio oscuro, las voces nunca llegaron hasta donde yo estaba, todo se ennegreció y no pude ver más, no sabia lo que estaba pasando, lo que habia ocurrido, de repente la oscuridad fué vencida por una imponente luz blanca, surgió de la nada, flotaba, la luz flotaba sobre mi y senti una serenidad y un calma que jamas pensé que pudiera sentir allí en medio de la nada, solo yo y el silencio. De subito desperté como de un largo sueño, un sueño maravilloso del que jamas quisieras despertar, y cuando lo haces despiertas como a un nuevo mundo, una nueva realidad, mas tranquila , mejor y más calida; miré a mi alrededor y ví a mi hermano, estaba pálido tendido en el suelo, manchado de sangre, no parecía estar gravemente herido, intenté hablar con él, despertarlo, pero no lo hacia, no despertaba, no parecía escucharme a pesar de que le grite con todas mis fuerzas, lo llamé a voz en grito pero no conseguí ni tan siquiera que volteara la cabeza para mirarme, no sabia que hacer, no respondia, pero de repente lo hizo, de repente abrió los ojos de par en par, eran grandes y azules, jamas olvidare los ojos de mi hermano como nunca olvidaré su mirada aquella tarde, pero no era a mi a quien miraba,su mirada se centraba hacia el suelo, junto a un gran cúmulo de gente que se arremolinaba en torno a él. No me hizo caso a pesar de que insistia una y otra ves en preguntarle como estaba, pero no respondía, me acerqué a él y entonces lo vi arrodillado sujetando fuertemente un cuerpo inerte y frío, de repente mi corazón se paro para siempre, entonces comprendí, que el cuerpo que Giacomo abrazaba fuertemente entre sus brazos, contra su pecho era el mío, yo era el que habia sufrido el accidnte no él, era yo el que yacia muerto en el frío y duro suelo de marmol bajo la cúpula de nuestra señora santa maria de las flores.
Este es el primer capitulo de algo que estoy escribiendo, solo espero que ha alguien le guste, indiferentemente de quien lo lea, yo seguiré publicándolo. 1 abrazo a todos.
ResponderEliminarjavi, me ha encantado la verdad que se me han saltado las lagrimas, seguiré leyendolo, un beso
ResponderEliminarQue bonito! tanto la historia como el escenario que has escogido me encanta...
ResponderEliminarKriss.
me encanto que asta me iso llorar, yo tambien ise una novela :)
ResponderEliminarwow impactante el primer capitulo, seguire leyendo, ya te sigo:D
ResponderEliminarlo vuelvo a retomar y me vuelve a emocionar
ResponderEliminarBuen capitulo, bastante atrapante.
ResponderEliminarPero una cosita quiero decirte, quizás no sea muy importante, pero siempre es bueno decir las cosas para que se hagan mejor.
Quizás seria de mas fácil lectura si lo haces con una fuente mayor, y si pones comas en donde debería ir.
Es solo sugerencia... espero que no te haga enojar mi comentario, pero te digo que te sigo.
Voy a leer los otros capítulos.
Gracias por la historia.
Esta linda me gusta buena suerte en esto esta genial.
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