viernes, 22 de julio de 2011

memorias de un angel cap.43 y cap.44


A unos cientos de metros de la entrada sur de las catacumbas Priscilla, Lirón, Álvaro, Nico y los arcángeles Caín, Sonja, Getsü y Jisaîi contemplan como Connor saca del maletero de su coche aun individuo de gran tamaño y lo pone de rodillas maniatado frente a ellos para interrogarlo.
- ¿Por qué esta entrada, porque no las otras?.
- No voy a decirte un mierda apestas a cielo.
- No quiero volver a repetírtelo engendro. ¿Porque las otras están custodiadas y esta no, cual es el propósito?.
- ¡Púdrete mamón!.
Connor desenfundo rápidamente la afilada katana y con un ligero movimiento corta la oreja izquierda del prisionero, que grita de dolor.
- Habla Balrog o te cortare trozo a trozo, tengo todo el tiempo del mundo.
- De hecho no lo tienes, tu putita está a punto de ser degollada para un alto fin.
Sin pedir esta vez respuesta alguna, Connor clava la katana en el costado izquierdo del reo, por debajo de la axila, entre las costillas. Cuando saca suavemente la hoja un poderoso caño de tibia y negra sangre sale del costado del balrog.
- Esta es tu ultima oportunidad para darme una respuesta que me satisfaga si no lo hace, cortare tu cabeza, no mirar atrás, después bajare por esa maldita entrada y matare a todo lo que se me cruce, entrare a sabiendas que es una trampa.
- Esta bien tipo duro si eso es lo que quieres hazlo, como bien dices es una trampa, una horda de demonios espera en la entrada, se te abalanzaran por detrás y por delante formando un embudo….no es las más desprotegida, es la más custodiada. Si entras ángel…no darás tres pasos sin que el infierno se te venga encima, será tu tumba.
Ahora cumple tu trato y suéltame.
- ¿Quién dijo nada de soltarte, ni de que hubiera un trato?.Solo te dije que si no hablabas te mataría, no dije nada acerca de que te dejaría vivo si hablabas.
Se aleja un metro del prisionero dándole la espalda con un rápido movimiento se gira trescientos sesenta grados cortando con su katana el cuello del Balrog; acto seguido la sangre brota a borbotones de la lacerada garganta del enemigo abatido, Connor acerca su katana y la baña en dicha sangre, tras esto pone la suela de su bota sobre su pecho y empuja el cuerpo inerte hacia atrás, a la vez que se derrumba el cuerpo la cabeza se desprende del tronco.
- Bueno chicos, esta entrada es mía, dadme quince minutos para limpiarla y después entráis. No hay plan, entrad, encontrad a Verónica, Zoe y demás y sacadlos vivos, por lo demás…intentad sobrevivir, os veo afuera.
Acto seguido prende con un zippo grabado con un avión y una leyenda que reza algo sobre el espíritu de Saint Louis-algo sobre el primer vuelo transoceánico de Charles Lindbergh-la sangre que baña la katana, la sangre arde rápidamente en una llamarada de un azul intenso y eléctrico.
- Yo ya tengo mi tea, los demás coged las que tengo preparadas con queroseno en el maletero.
Connor ya no medio palabra alguna con nadie, entro por la puerta sur de las catacumbas, en su mano derecha lleva la katana inflamada y en la otra su voluminoso sable.
- ¿Sonja crees que se ha vuelto loco?.
- No Lirón, esa confianza se debe a que ha capturado a Huroi.
- No es la confianza lo que me preocupa sino la temeridad con la que lo veo avanzar y tomar decisiones, le acaban de decir que se dirige a una trampa y él lo asume como algo rutinario, como si de papeleo de oficina se tratase, entra sin más y nos pide quince minutos. Esa actitud es la que me preocupa no su confianza.
- Te entiendo, pero a él le guía la mayor de las prisas. El amor.
- Lo que tu digas pero el amor no justifica un suicidio.
- Pero justifica la valentía, el arrojo y si me lo permites la osadía.
- Se me olvidaba que seas un arcángel o no, eres una mujer…acabas de recordarme porque me divorcie de la mía.
- Lirón no estás divorciado, de la última al menos.
- Pero lo tengo en tareas pendientes Ricky, gracias por el apunte.
Sonja se aleja de ambos resoplando y gruñendo para sus adentros.
- Hombres, cada vez entiendo más porque son tan inferiores, son tercos e irracionales y no se puede hablar con ellos.
- Lirón creo que la has enfadado.
- Pss…puede ser, igual es que echo de menos discutir con mi mujer.
- Hace un segundo me has dicho que te vas a divorciar de ella.
- Pues eso, pero una buena discusión de vez en cuando seguida de un buen polvo no hace daño a nadie.
- ¡Touche!, ahí le has dado.
Los pasillos de las catacumbas son angostos y oscuros, la luz azulada de la katana abre paso a través de la penumbra, el aire es seco y pesado, rezuma un cierto olor a humedad, aunque dicho olor no encubre de manera suficiente el hedor a demonio que hay por todas las galerías por las que avanza Connor, no pasa mucho hasta que escucha como tras él se mueven las sombras. ¿Cuántos pueden ser cuatro, tal vez cinco? Y por delante por fin se dejan ver, al menos son un grupo de diez, aunque son gregarios, nada importante…pero hay más tras ellos ve algo más, tras los gregarios se esconde algo más poderoso.
- Vamos cerdos aquí me tenéis, venid a por mi que ya os espero.
Los demonios sin mediar palabra se abalanzan, son muchos, pero la estrechez del pasillo no les permite atacar a todos a la vez y esa es una ventaja para Connor que clavando el sable en el suelo ase con las dos manos la katana que empieza a moverse a gran velocidad provocando destellos eléctricos que destacan sobre la oscuridad. Corta, desgaja y amputa miembros, cabezas y torsos, la sangre mancha las ropas y las paredes, los demonios van cayendo uno tras otro, cinco, seis, ocho, diez y el número sigue subiendo doce, trece. Por momentos parecen multiplicarse pero el temperamento de Connor no se inmuta, apenas se ha movido centímetros de su posición original, brega con los de atrás y con los de adelante sin apenas moverse, solo su espada es la que se mueve a gran velocidad zigzagueando en la oscuridad, bañándolo todo de rojo escarlata. Al fin cae el último de los pobres y desafortunados lacayos. De repente un fuerte silbido corta el silencio y se cuela en la oscuridad. Connor sufre una fuerte laceración en su costado, se lleva la mano a él y nota la calidez de su sangre, la camiseta ha sido desgarrada por algo sumamente afilado.
- Ahora hare que se haga la luz engendro.
Clava su espada en el suelo y lo rasga formando un circulo entorno a él, el fuego azul que baña la katana se propaga por la hendidura del suelo creando un pequeño anillo de fuego que da la suficiente luz para ver a su oponente. Ante el ve un monstruo de más de dos metros de piel rosada y ojos negros, pose pequeño cuernos entorno a las sienes y empuña una especie de espada de hueso.
- ¿Cómo coño me has cortado con una espada tan ridícula, y que diablos eres nuca he visto nada como tú?.
- Soy un ser nuevo, soy un hibrido de familiar y demonio astado y si te he cortado ha sido así…
El demonio estira su mano con un golpe seco y la espada se alarga descomponiendo su hoja blanca en pequeñas esquirlas unidas por una guía metálica a modo de látigo, la velocidad del ataque es tan endiablada que Connnor apenas puede detener el golpe con su katana sin poder esquivarlo.
- Ya veo así es como usas tu arma, pero para poder lanzarla tendrás que tener una cierta distancia, la misma que no te voy a dar.
Connor corre hacia a él y lo ataca con gran virulencia, tanto es así que el monstruo ni tan siquiera puede utilizar su arma para bloquear el ataque e instintivamente se protege con su brazo desnudo que es amputado con un corte limpio por la afilada katana de Connor. Tras el ataque la criatura trata de alejarse los metros suficientes para poder atacar de lejos pero Connor no le deja espacios con lo cual se entabla una lucha de espadas cuerpo a cuerpo. El volumen de la criatura la hace pesada y lenta con respecto a la velocidad de movimientos de Connor, aunque la fuerza física queda igualada entre ambos. Los lances se suceden uno tras otro, la habilidad de Connor es frenada por la fuerza y la corpulencia de su adversario que apenas puede bloquear los ataques mucho menos lanzar los suyos propios. Pero la suerte sonríe al monstruo cuando en uno de los ataques de Connor la espada queda incrustada en la superficie o sea de la espada del enemigo, este rápidamente da un giro brusco que arranca la espada atrapada de su portador quedando Connor demasiado cerca del enemigo para alejarse y demasiado indefenso para golpearlo con lo cual el moemnto de confusión es aprovechado por la criatura para coger por el cuello al arcángel y estrangularlo a placer levantándolo un palmo del suelo.
- Estas acabado héroe, ¿Qué harás ahora sin tu espadita luminosa?.
Connor posa la palma de su mano izquierda sobre el abdomen de su enemigo y mirándole a los ojos le sonríe.
- Soy un tipo de recursos. ¡Sal Huroi!.
De la palma de la mano de Connor salen tres surcos que destrozan y parten por la mitad al monstruo.

















CAPITULO 44

Corría el año 1915 la guerra no parecía tocar aun a su fin, la vida de un soldado extranjero en la legión francesa era dura, más aun cuando eres español-no somos bienvenidos a la legión-. Yo estaba destinado en el duodécimo batallón, nos encargábamos de llevar las órdenes de unas líneas a otras ya que los taquígrafos eran interceptados fácilmente por la inteligencia alemana. Nuestra tarea era realmente arriesgada ya que en ocasiones y al amparo de la noche hacíamos incursiones tras las líneas enemigas para poder llevar las ordenes. Si éramos capturados llevábamos una capsula con cianuro pegada bajo la lengua que debíamos morder tras ser interceptados, ya que las ordenes no iban en sobres lacrados, sino que nosotros éramos las misivas y estas no podían ser interceptadas bajo ningún concepto, si no nos mataba el enemigo de un disparo, lo hacíamos nosotros tras nuestra captura, como digo nuestra tarea era de las más delicadas y de las menos valoradas, el índice de mortalidad superaba la de cualquier otro soldado incluyendo a los que peleaban en primera línea de fuego, ellos se guardan en trincheras mientras que nosotros no tenemos más trinchera que la noche, la velocidad y el sigilo, todo ello rodeado de la necesaria capa de suerte.
La noche del 22 de octubre las tropas enemigas cayeron sobre mi.- Como siempre mis incursiones eran al amparo de la noche-Pero mi suerte se había acabado, arrastrándome a menos de treinta metros del enemigo-metido en sus lineas- topé con la peor de las suertes, un ebrio recluta alemán que orinaba su exceso de alcohol en un pequeño olivo que para mi desgracia la noche ocultaba completamente, a su paso el crujir de hojas secas bajo mi cuerpo lo alertaron, rápidamente monto algarabía de poco me sirvió dale muerte con mi cuchillo en su gaznate, antes de poder ocultarme tenia sobre mí a una decena de soldados apuntando a mi cabeza. Para mi desgracia cuando moví mi capsula bajo mi lengua para morderla y abrirla esta cayó al suelo y ahí acabó todo para mi, fui apresado, entonces empezó el principio de mi fin sin saber que este sería un nuevo principio.
Las primeras horas se me hicieron largas como días, la tortura a la que fui sometido rozaba lo aberrante, fui quemado con soplete y con ácidos, se me rompieron costillas con golpes secos y precisos de martillo, me clavaron bambú bajo las uñas que luego me fueron arrancadas con tenazas, me marcaron la espalda con un hierro al rojo y con el mismo quemaron mi oído interno izquierdo; tras esto la tortura no ceso, fui sumergido en orín humano hasta casi el límite de la asfixia, destrozaron los dedos de mis pies prensándolos con cincel y martillo para finalmente y ante la desesperación del verdugo pasar a las armas blancas, pasaron por mi cuerpo cuchillos y pequeñas dagas de muy distintos tamaños y formas además de ser pinchado con unas agujas de titanio de más de veinte centímetros. Las laceraciones eran generalmente cortas y superficiales, lo suficientes para hacer palpitar un intenso dolor y evitar mi muerte por desangramiento. Pero el quinto día de tortura sin lograr sacar una sola palabra de mi boca-la verdad es que deseaba la muerte y volver a mi Córdoba natal, volver a ver a mi familia era ya mi único pensamiento ya que mi suerte estaba echada solo cabía soñar con lo imposible- el verdugo se canso y se dispuso a darme muerte, con una frialdad abominable cogió un pequeño pincho de unos diez centímetros y con rapidez perforo mi costado por debajo de mi axila izquierda su maestría le hizo evitar las costillas y llegar fácilmente al pulmón, este se anegaría en poco tiempo provocándole una muerte lenta y dolorosa, tras la ejecución me soltaron y me montaron en una camioneta con la que me llevaron a varios kilómetros dentro de sus líneas pero alejado del campamento para soltarme sobre el barro y dejarme morir allí, y así habría sido.
Mi muerte fue realmente lenta lo que deberían haber sido pocas horas se dilato en el tiempo y la muerte por asfixia fue lenta, cuando ésta estaba ya cerca y no podía exhalar ni tan siquiera una bocanada de aire unas botas militares se acercaron a mí, mi vista nublada apenas podía diferenciar galones o insignias, era militar pero era distinto, se agacho sobre mi y con un español con marcado acento húngaro-eso me dejo claro de qué bando era-me susurro si quería vivir o morir…no pude responder, no podía hablar pero si hubiese podido le habría pedido que acabase con mi sufrimiento.
- Cualquier respuesta que me des acabara de igual modo ya que voy a matarte para darte una nueva vida, hoy volverás a nacer al mundo.
Sé que desgarró mi cuello y noté como mi sangre caliente bullía por mi cuerpo, eso fue lo último que recuerdo de aquel mi único encuentro con el hungaro-Cuando desperté ya había cambiado, ya no era humano, aun no lo entendía pero la sed que se despertó en mi pronto me aclaro lo que había pasado, aquella noche mi primera como vampiro di calma a mi sed matando a todo el batallón que mi había capturado, disfrute sobremanera arrancándole la cabeza a mi cruel verdugo.
Aquella noche murió Nicolás Gaia y nació Nico, el vampiro.

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