domingo, 15 de agosto de 2010

Memorias de un ángel. capitulo décimo sexto

Las hermanas se encontraban en la habitación de su hotel, de aquí para allá, poniendo y quitando la televisión. Saliendo y entrando de la terraza. Miraban a la luna distraídas, pensativas, sin saber donde estaba su hermano. En el caso particular de Verónica, ella no dejaba de pensar en el agente especial Connor, sus ojos castaños no dejaban de recordarle al joven Pietro de sus sueños, al chico le la llevaba a correr por los prados, con el que se colaba en las villas de los adinerados terratenientes de Florencia para bañarse en sus maravillosos baños de marmol verde. Lo recordaba tan nitidamente y esos ojos, eran iguales, le trasmitían lo mismo, pero como podía soñar con una persona que no conocía en una vida que jamas pudo vivir. Todo era una lócura. De improviso sonó el telefono y Zoe se apresuró a cogerlo, ella siempre fue más espabilida que yo, siempre estaba atenta y concentrada, estoy seguro que si no se hubiese dedicado al mundo de la seguridad- diseñaba cajas de seguridad y sistemas antirobo para bancos-, habria escogido el bando contrario y habría sido una genial ladrona de guante blanco. Zoe- a la cual yo siempre llamaba con cierta sorna Susanna(haciendo rintintin en la doble "n"), debido al parecido de su pelo con el que llevaba Julia Ormond en "Leyendas de Pasión"- Asió fuertemente el telefono y lo descolgó con premura, esperaba tal vez a nuestro hermano o por lo menos alguna noticia.
- ¿Diga?.
- Zoe, ¿Eres tú verdad?. Necesito que tu y tu hermana salgáis de ahí ¡ya!.
- ¿Que pasa?.
- No es el momento de dar explicaciones, solo os pido que tú y tu hermana salgáis de la habitación, hacedlo a través de la terraza, coged la salida de incendios y salid por la parte de atrás.
Al fondo sonó claramente como golpeaban en un par de ocasiones la puerta de la habitación, antes de que Zoe se diera cuenta de lo que pasaba Vero cruzo a su lado en dirección a la puerta.
- ¿Que ha sido eso, ha sido la puerta?.
- Eso parece.
- ¿Habéis pedido algo al servicio de habitaciones?.
- No que yo sepa.
- No habráis la puerta salid de ahí ya, ¡salid corriendo!.
Antes de que Zoe pudiese advertir a su hermana, ésta se encontraba ya con la mano en el pomo de la misma para abrir. No hizo falta como si se tratase de una pelicula de acción con muchos efectos especiales un enorme brazo atraveso la puerta de madera abriendo la puerta desde dentro, tras abrirla completamente y con Vero en el suelo trató de acuchillarla. El cuchillo rasgo el costado de Vero en diagonal desde la parte de arriba de la cadera hasta casi el ombligo, pese a que apenas si la hoja la rozo, la sangre empezó a brotar con demasiada densidad, dejando entrever que el corte era más profundo de lo que parecía, y hubiese sido mortal si Zoe no la hubiera arrastrado del brazo segundos antes de recibir el corte. 
La trato de incorporar lo mejor que pudo teniendo en cuenta el llamtivo reguero de sangre que bañaba la parte bajas de su vestido. En un alarde de valor y determinación ante la aproximación del individuo en cuestión. Zoe le asestó un fuerte golpe con una de las sillas que encontro al paso, no sin dejar de arrastrar a duras penas a su hermana. El golpe lo relentizó lo suficiente como para acercar a vero lo suficiente a la terraza. Zoe volvió a dentro y enfrento de nuevo al enorme desconocido que aun sujetaba fuertemente el cuchillo bañado en la sangre de su hermana en su mano derecha. Sin pensarlo mucho le tiro a la cara el contenido de una botella de vodka del bar que se habian subido a la habitación, tras echarselo en la cara, le tiro la botella que le abrio una pequeña brecha en la ceja, a pesar de todo el individuo apenas si se inmutaba. Acto seguido cogió un mechero del mueble bar y lo encendió y encajo el tope del gas para que no se apagase, después se lo tiro a la cara con la esperanza de que ardiera como por suerte sucedió, las pequeñas llamas azules en la cara del asesino se extinguieron en apenas segundos, los suficientes para bajar ayudando a vero las escaleras de la salida de incendios, en el ultimo tramo Nico que las estaba esperando las ayudo a bajar.
- ¿Que diablos ha pasado, de donde es toda esta sangre?.
- ¡Calla y arranca por dios, arranca de una vez por favor!.
Puso el contacto, y aceleró unos segundos sin quitar el freno de mano, acto seguido lo quito y el coche salió embalado, derrapando sus ruedas y volteando ligeramente el culo.
El coche se perdió en la oscuridad de la noche, por las angostas y negras calles de de Milán.

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