miércoles, 11 de agosto de 2010

Memorias de un ángel. capitulo décimo cuarto

Estuvimos dando vueltas por el local durante unos veinte minutos, tardaba en aparecer y de un momento a otro la gente podría darse cuenta de que no cuadrabamos allí. Era cuestión de tiempo que nos metieramos en un lío, y aquello era una ratonera.
Pero nuestra suerte cambio cuando por la puerta apareció el enorme armario ropero con media cara tatuada de puntos y rayas verdes, era nuestro hombre, empecemos a acercarnos sin que se percatara pero entonces se le acercó una chica, la de labarra para decirle algo, en cuanto acabó de susurrarle al oído miró en nuestra dirección y salió a correr, atravesó la puerta principal.
- Alvaro salgo tras él, cuida de estos dos.
- Pero jefe, déjame cubrirte.
- No hay tiempo, se me va.
- Entendido jefe.
Connor salió a correr tras él, pensó que lo cogería fácil, su volumen no le confería a priori una gran velocidad, pero era rápido. Increiblemete rápido, empezó a meterse por sinuosas calles por las que apenas cabía, amenacé con dispararle, pero no lo asuste lo suficiente, así que a unos cincuenta metros y muy en contra de lo que quería le dispare atravesando su rodilla izquierda por la cara interna. No se inmuto, siguió corriendo pese a tener una rodilla perforada, jamas había visto algo igual en mi ya extensa vida.
De golpe lo vi entrar por una puerta de madera desvencijada, lo seguí con toda la precaución que pude, inspeccione y subi por unas escaleras, podia sentirlo sabia que estaba allí; el rastro de sangre que iba dejando también me ayudaba a saber por donde había ido.
De repente cuando crucé el umbral tras el final de la escalera y recibí un golpe en la mejilla derecha. La potencia del golpe fue tal que me desplazo alrededor de dos metros; cuando me erguí me lleve la mano a la mejilla y la tenia rota, sangraba de manera llamativa, hacía mucho tiempo que no sentía el dolor. estaba frente a mi sonriente.
- ¿Que, continuamos?.
Me quite la americana y remangue mis mangas hasta la altura de los antebrazos, afloje la corbata y limpie la sangre de mi rostro, antes de terminar se abalanzó sobre mi con un directo de derechas que desvié con la palma de mi mano derecha mientras que con el dorso de la izquierda golpeaba su mentón, acompañando el golpe con el codo. No le gustó.
Volvió con el mismo golpe, en esta ocasión lo volví a desviar pero esta vez acompañe mi mano derecha con el giro de todo mi cuerpo, aproveche la fuerza de su golpe y la inercia para con un simple apoyo en su espalda estrellarlo contra la pared.
- Veo que ríes menos.
- Cállate, esto aun no a acabado- gritaba mientras se limpiaba la abundante sangre de su nariz y labios-.
De súbito se lanzo sobre mi usando el peso de su cuerpo para poder coger mi cuello entre sus manos, empezó a apretar de forma violenta, así que rápidamente y sin darle tiempo utilice los pulgares de mis manos para introducirlos en las cuencas de los ojos y así forzarlo a soltarme, tras esto le asesté un fuerte cabezazo en la nariz. Teniendolo aturdido me apresure a ponerme a su espalda y con velocidad le pase mi brazo derecho bajo su axila derecha y aferre su cuello con la izquierda y cruce mis manos tras su nuca, eche mi cuerpo hacia atrás e hinche mi pecho de aire hasta dejarlo sin conocimiento, esta maniobra de presión se la conoce como mata leon ya que se suponía que era la técnica con la que Hercules había sometido al león de Nemea. Era rápida, limpia y se podía hacer a cualquiera indiferentemente de la diferencia de peso.
Lo deje tendido inconsciente, mientras recuperaba el aliento cuando para mi sorpresa se empezó a levantar. ¿Como era posible, tenia un tiro en la rodilla y le habia cortado el suministro de oxigeno al cerebro el tiempo suficiente como para que perdiera la conciencia al menos treinta minutos?. No tenia sentido. Así que cogí mi pistola- la había dejado sobre un repisa cuando solte la americana- y deje de arriesgarme con él, aunque lo necesitaba vivo se me habían quitado las ganas de pelear. Puse mi 9mm en horizontal y le meti tres tiros a quemarropa en el pecho. Fin de la historia. 
Me ajuste la corbata y me puse la americana cuando me gire y ese bastardo estaba de nuevo de pie, con tres tiros en el pecho- le había volado el pecho, no podia estar físicamente vivo-y uno en la rodilla, como diablos podia estar de pie. De repente lo vi claro y le aseste un quinto tiro en la cabeza. La pared quedo que ni el señor lobo podria haber arreglado aquel destrozo. Entonces me di cuenta de que no era humano. Era un demonio, posiblemente un gregario, era fuerte pero no inteligente, si el infierno estaba detrás de esto la situación se iba a poner complicada.

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